INSOMNE -1- RELAMPAGUEO

Tiempo actual. Madrugada del Martes.

Llevaba más de una hora intentando dormirme. Había empezado repasando momentos concretos de la cronología del día, para analizar las opciones que había tenido y las repercusiones que podrían tener mis decisiones. Al final fantaseaba con momentos inconexos e imágenes seudo reales de lo que debió ser y lo que no debería haber sido, intentando dejar la mente en blanco y con espacio para el sueño. Pero estaba cada vez más nervioso y agitado. Era muy tarde y la hora de tener que despertar para la próxima “función diaria”, cada vez se presentía más cerca…

Entonces, me devolvió a la consciencia una luz que relampagueó en la entornada puerta de la habitación. Fue solo un segundo, pero la había visto y no entendía que podía ser. Mi hijo no dormía hoy en casa y mi mujer estaba dormida a mi lado en la cama. La televisión estaba encendida, con el temporizador puesto, para que se apagara una vez que me hubiera dormido, o esa era la intención.

A una prudente baja voz, unos peleles discutían por el mero afán de llenar sus vacíos y los nuestros, con otros pensamientos vacíos. Fútbol, política, economía, cultura o cotilleos, cualquier droga vale para acallar el atronador silencio que nos angustia. 

Ahora no parecía que hubiera luz y la rendija se veía oscura, pero eso no me dejaba tranquilo, así que tras dudarlo un segundo largo, me levanté y me dirigí hacia la puerta, intentando escuchar si había algún ruido que proviniera de fuera de la habitación. Antes de llegar a la puerta, como si de un efecto premeditado se tratase, la televisión se apagó dejando la habitación en penumbra, solo iluminada por los dígitos rojos de los despertadores.

Se hizo el silencio y me sobrecogí, aunque mi mente racional me dijera, en un intento de mantener el control, que no había ningún motivo para asustarse. Todo era normal y no había de que preocuparse… Agarré la puerta y la abrí ligeramente, asomando la mirada hacia el exterior.

Todo estaba tranquilo y oscuro, aunque había una ligera iluminación que venía de una lucecilla de esas, que cuando están apagadas dejan una pequeña luz blanca de emergencia, para cuando hay que moverse en la noche con prisa y sin encender las luces normales. Había sido una falsa alarma y me descubrí dándome la bronca a mí mismo por haberme preocupado y diciéndome, que así no habría manera de descansar y que mañana iba a estar hecho polvo.

Cuando de repente algo me chirrió y concentré mi atención otra vez en el pasillo. Parecía como más largo y no podía ver el final. Así que mi mano se desplazó por la pared buscando el interruptor de la luz. Palpé hasta encontrarlo y lo pulsé, pero no ocurrió nada. Hice dos clics sucesivos y siguió sin encenderse. Le di dos vueltas en mi cabeza y decidí que deberían de ser los plomos. Habrá saltado el automático general. Tal vez por eso se apagó la tele y los relojes tienen pila, para seguir funcionando, aunque no haya corriente.

Voy a ponerme la bata, porque empiezo a notar el frío y bajo a encender el automático. No puedo dejar toda la noche el frigorífico sin corriente. También puede haberse ido la luz de forma general, en cuyo caso solo se puede esperar que vuelva pronto. ¿Dónde tengo la linterna? Sí en la cesta de encima del cabezal de la cama.

Me puse la bata y cogí la linterna. Estuve tentado de probar a encender la luz de la habitación, pero no quería despertar a mi mujer, que dormía plácidamente y de repente me fijé en la tableta que estaba cargando junto a mi mesita y que indicaba eso, que estaba cargando. Hay luz, pero entonces ¿por qué no se ha encendido la del pasillo? 

Con la duda otra vez en la mente y un poco más intranquilo, me dirigí de nuevo hacia la puerta encendiendo la pequeña linterna, abriendo y alumbrando al pasillo.La sorpresa fue de esas que te dejan en estado de shock. Ese, no era mi pasillo. Ni el suelo, ni el color de la pared, ni lo cuadros, ni tan siquiera el modelo de interruptor, que había intentado pulsar, coincidían con los de mi casa. Solo me acertó a venir de manera racional la pregunta: ¿Qué está pasando?

Miré hacia atrás y mi habitación parecía normal, la hora en el despertador marcaba las 03:33, mi mujer dormía y yo no sabía qué hacer. Una parte de mi deseaba volver a la cama y taparme hasta la cabeza. Eso parecía lo más adecuado. Pero por otro lado ¿Cómo mantener la cordura y dar la espalda a una sensación tan inquietante? Además del sentimiento de curiosidad que luchaba contra el miedo. En medio de esa parálisis que me había atenazado, un cambio casi imperceptible al fondo del pasillo me saco de mi estado cataléptico y me hizo avanzar un paso, de forma casi instintiva.  

Me volví a parar y agudicé mis sentidos esperando algún sonido o imagen que aportara lógica a la situación. Recorrí con la linterna el territorio desconocido, intentando reconocer algún elemento e hice un medio giro, para asegurarme de que mi dormitorio seguía ahí. Pero no, la puerta de mi dormitorio ya no tenía el mismo aspecto de la que acababa de abrir desde el otro lado y como si ya estuviera seguro de ello, observé que estaba cerrada y un sudor frío me empezó a brotar, mientras mi mano se acercaba al pomo, para comprobar que no respondía al intentar abrirla. 

¿Qué demonios estaba pasando? Me volví a preguntar, mientras atropelladamente volvía a recorrer la estancia con mi linterna, menos seguro de mí mismo. Me dio tiempo de repasar los relatos y películas de miedo que he visto, para buscar una referencia donde encajar la situación. Siempre me ha parecido absurdo que en las películas de zombis, los personajes no sepan reconocer lo que sucede, con la cantidad de películas que ya han visto sobre el tema. ¡Son zombis, COÑO! Parece gritarles nuestra superioridad intelectual. ¿Qué me estarían gritando a mí? ¿Abducción extraterrestre? ¿Fenómenos paranormales? ¿Posesión? ¿Locura?… 

Otra vez el relampagueo de la luz, me sacó del ensimismamiento reflexivo en el que me encontraba y además había visto de dónde provenía. A unos 3 metros delante de mi situación, había una puerta entreabierta y dentro se había producido el reflejo luminoso. Bueno era cuestión de permanecer allí quieto, de intentar llamar a la puerta de donde se suponía que había llegado, de irme en otra dirección o de acercarme a la puerta de donde venía la luz. 

Con un punto de sarcasmo mental, me vino la famosa frase “¡No vayas hacia la luz Caroline!” del clásico Poltergeist, pero intenté descartarla inmediatamente, por poco tranquilizadora y pensé también en cuantas películas de miedo he reprochado al personaje acercarse al lugar de su asesinato, preguntando ¿Eres tú Peter? ¡No tiene gracia esta broma!… Lo cierto es que no tiene puñetera gracia, cuando te está ocurriendo a ti, pero me sorprendí caminando hacia la luz sin saber que decir, ni hacer.

De hecho, ahora estaba oscuro otra vez y casi lo prefería así. Bueno, ya estoy delante de la puerta. ¿Y ahora qué? Paro para respirar y contener otra vez la respiración, intentando escuchar algún ruido dentro de la habitación. Me intento preparar para cualquier posible sorpresa que pueda encontrar tras la puerta, sin dejar de preguntarme donde estoy y que está ocurriendo. De repente, casi sin ser consciente de ello, empujo lentamente la puerta, al tiempo que se produce un nuevo relampagueo y la habitación aparece ante mí y descubro que no estaba preparado.

No, eso no lo habría podido adivinar y definitivamente no estaba preparado para ello…

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