Le miré mientras no podía evitar reflexionar: piensa el ladrón que todos son de su condición, pero me mordí la lengua, a riesgo de morir envenenado.
La discusión que había empezado de manera anecdótica y como una simple diferencia de opiniones, había ido in crescendo y amenazaba con terminar mucho peor de lo deseable. Ya decía Einstein que hay dos cosas infinitas, el universo y la estupidez humana y que no estaba seguro de lo primero…
Por aquello de refrescarme los adentros y no dejarme llevar de la polémica, empecé a recitar interiormente una retahíla de dichos y refranes que podían venir a cuento:
Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe y de casta le viene al galgo, aunque no es oro todo lo que reluce y el que mucho abarca poco aprieta, así que más vale malo conocido que bueno por conocer y el que la sigue la consigue, pero a Dios rogando y con el mazo dando, que no por mucho madrugar amanece más temprano, ni hay mal que cien años dure y aunque la mona se vista de seda, mona es y mona se queda.
Cuando Dios cierra una puerta abre una ventana y la mentira tiene las patas muy cortas, aunque todo es según el color del cristal con que se mira y cada cerdo tiene su San Martín, pero ande yo caliente y ríase la gente, que siempre hay un roto para un descosido y a caballo regalado no le mires el dentado. El éxito tiene muchos padres pero el fracaso es huérfano y opinar es gratis, así que a quien Dios se la dé, San Pedro se la bendiga, que el que a buen árbol se arrima buena sombra le cobija y Dios aprieta pero no ahoga… Bueno eso que se lo digan a los del Titanic.
El hecho de que me miraran fijamente me hizo salir de mi ensimismamiento y asentí con la cabeza sin saber muy bien qué era lo que había sucedido. Intentaba que los calores no me subieran y no me delatara el sonrojo, pero respiré al detectar que no se había notado demasiado y la discusión acalorada parecía retomarse sin mi participación. De manera que intenté escuchar por dónde iba la cosa para poder intervenir y reconducir el tema.
Vi un resquicio en la controversia y tomando la palabra dije: Me parece que los árboles no nos están dejando ver el bosque. De donde no hay no se puede sacar y al buen entendedor pocas palabras bastan. Me miraron un poco descolocados y reinaron unos segundos de silencio. Mantuve varias miradas durante unos instantes y el acaloramiento pareció apagarse ligeramente.
¿Porque no buscamos un punto de encuentro? Pregunté y la reunión continuó sin mayores incidentes. Hasta un reloj parado da la hora exacta dos veces al día y más vale llegar a tiempo que rondar cien años…
¿No os parece?
No me hago responsable de todos ellos… Que luego hay muchas susceptibilidades: suegras, hombres, mujeres etc. Son frases y refranes.
Os dejo con una reflexión, bueno, dos:
Mi Felicidad tiene 11 letras.
Y no perdáis la vida buscando a alguien especial, lo difícil es encontrar a alguien medio normal.
😜